¿Qué es Legalismo?

Adrian C Woods

 

La mayor equivocación que existe en el mundo cristiano hoy en día está relacionada con el tema del legalismo.
El aspecto teológico del legalismo es un poco diferente de la definición secular del término. Nuestra preocupación actual es cómo el asunto del legalismo se relaciona con la experiencia cristiana. El legalismo es un tema que es comprendido vagamente por muchas personas, es erróneamente comprendido por algunos y no es comprendido para nada por otros. Se podría hacer una simple definición como sigue:
Legalismo es la creencia errónea de que alguien por sus buenas obras u obediencia puede ganar la justificación y ser hecho merecedor de la vida eterna. Pero la justificación y la vida eterna son siempre el don de la gracia de Dios; nunca pueden ser ganados.

Queremos dejar en claro desde el principio que el legalismo no son las buenas obras que uno realiza o la observancia estricta de la ley, sino la creencia errónea de que la salvación puede ser ganada por ellos. No hay nada de malo con las buenas obras y la obediencia estricta; de hecho, Dios requiere las buenas obras y la obediencia estricta. Todo el problema se encuentra en el motivo que uno tenga. El legalismo no es lo que uno hace, sino el motivo que se tiene para hacerlo. Podemos decir que legalismo es hacer lo correcto por una razón equivocada; por lo menos podría ser que Jesús enfatizara el motivo correcto cuando dijo: “”Si me amáis, guardad mis mandamientos.”” Juan 14:15.

¿El Amor en contra de la Obediencia?

El amor no toma el lugar de nuestra obediencia, pero es el motivo de nuestra obediencia. El amor no es un fin en sí mismo, sino que es el vehículo para las buenas obras y la obediencia.
Satanás ha promovido exitosamente la idea de que la única cosa que se necesita es el amor, no más observancia de la ley, no hay que hacer nada más. Millones de profesos cristianos han sido engañados por esta sutil filosofía.

Permítame ilustrar el legalismo. Si yo dijera: “Voy a observar estrictamente cada uno de los diez mandamientos, a devolver fielmente el diezmo, y a hacer una gran cantidad de buenas obras de manera que pueda ir al cielo,” entonces soy un legalista.

Pero si dijera: “Porque Jesús me ha perdonado en una forma tan generosa y me ha prometido la vida eterna, por lo tanto, gozosamente guardo los mandamientos de Dios, porque son muy razonables y buenos, y me deleito en devolver mi diezmo, de manera que otros puedan aprender de Jesús y de su maravillosa salvación,” no soy un legalista, porque mis motivos son correctos. Note que en ambos casos, guardé la ley de Dios estrictamente, devolví mi diezmo y realicé buenas obras. En el caso número uno yo era un legalista, pero en el caso número dos era un hijo de Dios, salvado por gracia, caminando con Cristo en la senda de la obediencia.

La estricta obediencia a la ley de Dios no es legalismo, a menos que los motivos de uno sean equivocados. Devolver el diezmo y el hacer buenas obras no es legalismo, a menos que nuestros motivos sean equivocados. Dios espera una estricta obediencia a la ley, que se diezme y que se hagan buenas obras porque esa es la manera cristiana de vivir. El actuar de otra manera sería el equivalente a adorar ídolos, a robar, a mentir, etc. La desobediencia deliberada es pecado, y aquellos que persisten en hacerlo sin arrepentirse se perderán.

Romanos 6:23. “”Porque la paga del pecado es muerte”.” Algunas religiones modernas en su intento por evitar los diez mandamientos califican de legalismo la observancia de la ley. Si la observancia estricta de la ley es legalismo, entonces yo pregunto: ¿cómo nos alejamos de este legalismo? ¿Podemos evitar el legalismo no guardando los diez mandamientos, o desobedeciendo más a menudo, o no obedeciendo de ninguna manera?

Examinemos la vida de Cristo y aprendamos de ésta. Si la obediencia estricta es legalismo, entonces Jesús fue el legalista más grande que anduvo por esta tierra. Jesús dijo: “”He guardado los mandamientos de mi Padre”.” Juan 15:10. Y leemos en 1 Juan 3:5: ““En él no hay pecado”.”

Algunos cristianos han tomado una actitud equivocada hacia la ley de Dios porque no han comprendido lo que es legalismo. De vez en cuando se escuchan comentarios difamatorios acerca de “reglas y regulaciones” y las “cosas que se deben hacer” y las ”que no se deben hacer” referentes a los Diez Mandamientos. Satanás sonríe cuando escucha referencias semejantes. Cualquier cosa que arroja desprecio sobre la ley de Dios complace a Satanás. ¿Quién fue el autor de los Diez Mandamientos? Por supuesto que fue Dios. ¿Cometió él un error? ¿Son éstos un conjunto mediocre de leyes? ¿Necesitan ellos ser revisados o cambiados?

“De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, y justo y bueno.”” Romanos 7:12. El salmista dijo:

“La ley de Dios es perfecta”.” Salmo 19:7. Los Diez Mandamientos son hoy tan justos y tan perfectos como cuando Dios los escribió por primera vez. La obligación de obedecerlos es la misma hoy en día. La penalidad por desobedecerla es la misma: “La paga del pecado es muerte”. Al final cuando Jesús regrese, su pueblo fiel estará todavía guardando su santa ley. ““Aquí están los que guardan los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús”.” Apocalipsis 14:12.

Guardianes de la Vida

Es importante comprender que los diez mandamientos de la ley de Dios SON un código de reglas y reglamentos; Dios los hizo exactamente de esa manera. Son un conjunto de mandatos y prohibiciones; Dios los hizo exactamente así, y él no cometió un error. ¿Cómo sabría el hombre lo que es correcto o equivocado si Dios no se lo dijera? Las leyes morales divinas son muy necesarias para que los hombres sepan cómo conducirse.
Son principios para el vivir cristiano. Son una protección en contra del desastre espiritual. No son obstáculos, sino una protección. Me gusta pensar acerca de la ley de Dios como guardianes a lo largo de la senda de la vida para protegernos de caer en el abismo del pecado. Nunca tendremos ningún problema con los guardianes si andamos en las pisadas de Jesús en el medio del camino. Es cierto que los cristianos guardarán la ley de Dios, pero no es esto lo que los salva. Jesús es quien salva.

Pero la fiel obediencia será el fruto de aquellos que han sido salvados por gracia. Los Diez Mandamientos no tienen nada que ver con nuestra justificación, pero tienen mucho que ver con nuestra experiencia con Jesús.

Los Diez Mandamientos no tienen ninguna parte en el proceso del perdón, pero si juegan una parte importante en dejarnos saber si estamos o no viviendo la vida cristiana.

Dios ha requerido una perfecta obediencia de todo su pueblo en todas las edades comenzando en el Jardín del Edén. Dios presta atención a los más mínimos detalles de nuestras vidas.
““El que es fiel en lo poco, también en lo más es fiel: y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto.”” Lucas 16:10.

“De manera que cualquiera que infringiere uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñare a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos.”” Mateo 5:19.

““Pues aun vuestros cabellos están todos contados.”” Mateo 10:30. Si un hombre roba mil dólares o simplemente un centavo, será un ladrón en ambos casos.

“Porque cual es su pensamiento en su alma, tal es él.” Proverbios 23:7.

La Obediencia Depende del Amor

El deseo de obedecer toda la voluntad de Dios no es legalismo, es cristianismo. Jesús no enseñó solamente “cree,” sino “sigue.” Él no enseñó solamente “ven,” sino “vence.” Él no enseñó únicamente “amor,” sino “guardad mis mandamientos.”

Qué lástima que algunos crean que la fiel obediencia es legalismo. Si la estricta obediencia a cada detalle de la ley de Dios fuera legalismo, entonces, ¿qué debemos hacer para resolver el problema? Tendríamos que inclinarnos y adorar a un ídolo de vez en cuando; tendríamos que decir a veces unas cuantas mentiras, tendríamos que robar ocasionalmente. ¿Tiene esto sentido? El legalismo no es lo que usted hace, sino la razón por la que hace lo que hace. El legalismo emana de un motivo equivocado y manipulativo que ignora la eficacia del sacrificio del Señor. Jesús enfatiza que el amor debe ser el motivo de nuestra relación con él.
“Y Jesús le dijo: “Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante a éste. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.”” Mateo 22:37–40.

Observe que el amor no toma el lugar de la obediencia, sino que el amor es la base de la verdadera obediencia. El amor y la ley de Dios están “unidos”, no separados, se hallan inseparablemente conectados. Muchos pasan por alto la palabra “unidos” en el texto anterior; ésta tiene un significado muy importante. Algunos cristianos que están equivocados dicen que lo único que usted necesita es amor. El legalista implica que todo lo que usted necesita son buenas obras. Ambos están equivocados.

Jesús dijo: “”Si me amáis, guardad mis mandamientos.”” Jesús combinó para siempre y en forma inseparable el amor y la obediencia. El uno sin el otro carece de valor.
Jesús preguntó en Lucas 6:46: ““¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que digo?”” También dijo: ““No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos: mas el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos.”” Mateo 7:21.

Letra o Espíritu

Algunos se sienten perplejos acerca de la declaración de Pablo en Romanos 7:6 de que debiéramos servir: “en novedad de espíritu, y no en vejez de letra”. La palabra “letra” se refiere al cumplimiento mecánico de la ley sin amor. La palabra “espíritu” se refiere a la obediencia sincera, la cual es la respuesta de amor y gratitud a Dios. Observar simplemente la “letra de la ley” es lo mismo que el legalismo. Pablo no estaba sugiriendo que la obediencia verdadera no era necesaria. Después de la declaración de Pablo en el versículo seis, nótese cómo él inmediatamente prosigue a defender y a apoyar los Diez mandamientos. ““Para que sirvamos en novedad de espíritu, y no en vejez de letra. ¿Qué pues diremos? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Empero yo no conocí el pecado sino por la ley: porque tampoco conociera la concupiscencia, si la ley no dijera: No codiciarás”.” Romanos 7:6–, 7.

Pablo no estaba tratando de separar la verdadera obediencia del servir “en novedad de espíritu” porque es imposible conservar el espíritu de la ley mientras se desobedece a la letra. Ilustremos este hecho. Uno de los Diez Mandamientos declara: ““No hurtarás.”” Éxodo 2:15. ¿Puede usted conservar el “espíritu” de este mandamiento mientras quebranta la “letra” al robar en verdad? Es imposible.

Otro mandamiento dice: ““Honra a tu padre y a tu madre”.” Versículo 12. ¿Puede usted guardar el “espíritu” de ese mandamiento mientras le falta el respeto a sus padres? Es imposible.

¿Puede usted guardar el “espíritu” del mandamiento que dice: “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio” (versículo 16), mientras quebranta la “letra” al decir mentiras acerca de su prójimo? Es imposible.

Otro mandamiento nos dice que no adoremos ídolos. ¿Puede usted guardar el “espíritu” de ese mandamiento mientras verdaderamente se postra ante un ídolo? Vemos que es absolutamente imposible guardar el “espíritu” de la ley de Dios mientras violamos la “letra.” Jesús combinó los dos cuando dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos.”

Nuevo Pacto

¿Qué preservará nuestra obediencia de convertirse en legalismo? Dios nos ha dado la respuesta a través del profeta Ezequiel: ““Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi espíritu, y haré que andéis en mis mandamientos, y guardéis mis derechos, los pongáis por obra”.” Ezequiel 36:26–,27.

Esta clase de obediencia proveniente del corazón no es legalismo; es el cristianismo del nuevo pacto. El asunto que hemos estado considerando no es si debiéramos obedecer o no. El asunto no es si la ley de Dios es válida o ha sido abolida.

Esos asuntos ya fueron decididos en la Palabra de Dios para siempre. El gran asunto es: ¿Cuál es el motivo que se encuentra oculto detrás de nuestra obediencia? Toda nuestra obediencia debe provenir de un amor y una gratitud sincera hacia nuestro maravilloso Señor; y también del respeto y el amor hacia nuestro prójimo. El Evangelio de Cristo es la manera de vivir más razonable y maravillosa que existe en nuestro mundo. Obedecer fielmente al Evangelio con corazones llenos de amor y gratitud trae gozo, paz, y la esperanza de la vida eterna. Los cristianos que estarán listos para recibir a Jesús en su gloriosa venida son descritos en el Apocalipsis: “Aquí están los que guardan los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús”.

Adrian C. Woods es un ministro adventista del séptimo día jubilado quien ha servido al Señor fielmente. Él escribe desde Placerville, California.

 

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